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jueves, noviembre 03, 2011

Paul y Alice: Capítulo 2.- La distancia...

  • Paul, te echo de menos.
  • ¿Ya estamos otra vez con lo mismo Alice? Sabes que yo no fui el que quería aceptar este trabajo de mierda, en este país de mierda. Sabes que los dos decidimos que era lo mejor y que merecía la pena intentarlo aunque eso supusiera estar separados el uno del otro.
  • Sí Paul, ¿y qué tiene que ver todo eso con que te eche o te deje de echar de menos? ¿Acaso el que decidiéramos juntos algo implica que no pueda tener sentimientos? ¿Acaso no pudimos equivocarnos, o ni siquiera eso, acaso no pudimos acertar y aún así pagar sus consecuencias?
  • Sí joder, Alice, claro que puedes pero... es esta mierda cariño, el trabajo, la distancia... no estoy bien aquí y cada te echo de menos que pronuncias me sienta como un navajazo. No sé si merece la pena tanto esfuerzo.
  • Paul recuerda el porqué estás allí. No me gusta tener que hablar contigo a través de un teléfono. No me gusta meterme en la cama y que no estés, ni me gusta que la casa haya perdido tu olor con el paso de las semanas. Pero recuerda que es sólo un año y es una enorme oportunidad para que luego las cosas nos vayan mejor...
  • ¿Luego? ¿y cuándo es luego Alice? ¿Mañana? ¿Pasado? ¿Dentro de un año, de dos tal vez? ¿tú no eras la que quería saber todo de mi por si nos moríamos mañana? No Alice, las cosas no se miden por lo que podamos ser en el futuro, las cosas se miden por lo que somos hoy, y hoy somos aire, somos distancia, somos una línea de teléfono que funciona cuando quiere, un recuerdo lleno de añoranza, una foto que me diste hace tiempo que guardo en mi cartera y beso diez veces a lo largo del día. Eso es lo que somos Alice, no te engañes, somos las ganas sin poder plantearnos ser algo más. Somos kilómetros y kilómetros de caminos que me llevarían a verte, sin poder tomar ninguno.
  • ¿Y tengo yo la culpa de eso, Paul?
  • No
  • ¿Entonces por qué lo dices como un reproche?
  • Porque es un reproche... pero no es un reproche contra ti, es un reproche contra la vida, contra mí mismo por no salir corriendo ahora mismo a montarme en el primer avión que me lleve a tu lado; por ser un cobarde aparentando ser otra cosa. ¿Alice, tú sabes que te quiero verdad?
  • Sí Paul, claro...
  • ¿Seguro?
  • Pues claro que sí, qué tontería...
  • ¿Y tú, sabes si me quieres?
  • ¡Paul!
  • Sí, Alice, necesito oírtelo decir...
  • ¿Acaso lo dudas?
  • No Alice, sólo necesito oírtelo decir.
  • Te quiero, claro que te quiero. Por favor, no se te ocurra dudarlo.
  • Alice, si pudiera verte cada día aunque fueran cinco minutos...
  • ¿Por qué te torturas así? ¿Por qué no buscas las cosas buenas en lugar de sólo las malas? ¿Crees que porque yo esté aquí, en casa, las cosas son más sencillas? ¿Crees que no me duele entrar en casa y verla tan vacía, que no haya un mísero rastro de ti, que no haya ningún mensaje como los que acostumbrabas a dejarme en los imanes de la nevera? ¿Crees que yo no deseo como tú que lleguen las once de la noche para tratar de hablar contigo? ¿Crees que me voy a trabajar cada mañana feliz sin que tú me hayas tapado del frío por la noche dada mi maldita manía de destaparme? Pues vale ya Paul. Lamentablemente no tenemos quince años para andar jugando a tonterías. Siempre me has acusado de que soy demasiado sensible, de que me tomo la vida demasiado enserio y le doy importancia a detalles que no los tienen. Paul, te quiero, te lo repito y te lo repetiré las veces que haga falta para que nunca se te olvide, pero no estoy dispuesta a esto. Quieres, por un instante, dejar de autocompadecerte y ver que la vida continúa... que por mucho que te quedes lamentándote a través del teléfono ni siquiera has sido capaz de preguntarme qué tal estoy. Te quieres dar cuenta de que existe algo más que tu ombligo, tus problemas y que esto no es una competición de ver quién lo pasa peor sino de tratar que los dos lo pasemos lo mejor posible. Pues ya basta Paul... no van a existir agujeros por los que me puedas mirar, ni vas a estar por las noches dándome calor; no me vas a dejar notas en la nevera ni yo voy a plancharte las camisas como a ti te gustan... cuanto antes lo asumamos, cuanto antes seamos capaces de saber que estamos ahí, aunque no podamos tenernos y que ambos nos apoyamos en esto, antes pasará el tiempo y las cosas se normalizarán. No quiero verme cohibida al decir te echo de menos, porque el día que tenga que tragarme un te echo de menos para que no te duela, entonces, ese día, ya no tendré ganas de decirte te echo de menos ni nada de nada.
  • Alice...
  • No Paul, ni Alice ni nada.
  • ¿Por qué te pones ahora así?
  • Porque estoy cansada de esa sensación de ser la mala en esta historia. Porque no me gusta que me hagan quedar como la mala sin serlo...
  • ¿Pero de dónde sacas esa conclusión?
  • Paul, que nos conocemos.
  • Por lo que se ve no lo suficiente.
  • Y tú Paul, ¿tú sí me conoces lo suficiente?
  • No jodas Alice, no saques las cosas de contexto, no tengo ningún interés en discutir contigo y menos por teléfono.
  • Paul, será que ahora no te apetece discutir, porque hace un rato no lo tengo yo tan claro.
  • ¿Qué quieres que te diga Alice,que sí, que quería discutir contigo? ¿Así te quedas tranquila? Sí Alice, quería discutir contigo... joder, es un remate cojonudo para un día cojonudo, maravilloso.
  • ¿Tenemos que gastar la media hora que tenemos al día para hablar en decir tonterías?
  • Parece ser que sí, que es lo que nos gusta...
  • ¡Paul!
  • ¡Alice!
  • Yo no soy la mala.
  • Y otra vez... ¿pero cuándo te he dicho yo que seas la mala? ¿tú eres el trabajo? ¿tú eres este país? ¿acaso tú eres la distancia? Alice, yo estoy jodido por muchas cosas, es verdad, pero si algo aún me mantiene ilusionado es poder hablar contigo cada noche... joder sólo te he pedido que me dijeras te quiero...
  • Y yo sólo te he dicho que te echaba de menos...
  • Está bien Alice, está bien, olvidemos todo.
  • Yo no sé hacer así las cosas Paul, para mi no es tan sencillo.
  • ¡Buenas noches Alice!
  • No Paul, que yo no sé así...
  • Vamos... intentalo...
  • ¡Buenas noches Paul!
  • ¿Cómo estás, cariño?
  • Me parece tan ridículo esto...
  • ¡Joder!
  • Si es que es verdad...
  • ¿Cómo estás cariño?
  • Bien Paul, te echo de menos.
  • Yo también a ti Alice.
  • ¿Y no hubiera sido más fácil empezar así desde el principio?
  • Sabes Alice, te quiero demasiado.
  • Sabes Paul, en el querer, nunca es demasiado.
  • Sólo queda un minuto.
  • Lo sé.
  • Mañana entro en el turno de noche, así que no vamos a poder hablar.
  • ¿Hasta cuando?
  • En principio es toda la semana, pero trataré de cambiarle el miércoles a un compañero.
  • Por favor, consíguelo.
  • No prometo nada.
  • Somos tontos.
  • ¿Ahora te das cuenta?
  • No era un descubrimiento, sólo una afirmación.
  • Alice, cuídate mucho.
  • Paul, saldremos de esta.
  • No lo dudes ni un instante.
  • Te quiero Paul.
  • Alice, te echo de menos.

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