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miércoles, octubre 12, 2011

En la sombra del tiempo

En la sombra del tiempo las cosas siempre se ven en blanco y negro. Los destinos se alejan a cada paso dado y los deseos son tarros de cristal con nada dentro. Las islas desiertas son tan desiertas que ni existen y el viento se ve y se toca pero no se siente. En la sombra del tiempo no hay día y noche sino noche y día y el horizonte puede tocarse a poco que te estires. El espejo sólo refleja una silueta amarilla y los barcos no zarpan, vuelan. El mensaje que quise enviarte en aquella botella se perdió en alguna orilla que no era la tuya. Las palomas mensajeras se atan a mis manos y a mi cuerpo y no quieren abandonarme ni quiero que se vayan. Los ríos van del mar a la montaña y el humo de los cigarros se consume a sí mismo. Las escaleras no suben ni bajan, y las balas no hieren, ni matan, sólo curan. Tus palabras recorren la distancia pero no tu tacto. Mi aire no es aire, sino miedo de pasar de tiempo dejándote asida a mi deseo de tenerte... sin tenerte. La manzana de Adán sólo fue mordida por Adán, sin culpa ni castigo para Eva y mi costilla pende del pecho de una silueta de mujer llamada Felicidad. Las cadenas las rompiste al primer pasar de página... el hielo se fundió con tu primer adiós... un mutis por el foro sería mi ruina. La Torre de Babel que construimos empieza a entonar el mismo idioma... tan Madrid lejano como mío, tan tuyo como la foto con tu cara de niña traviesa. Pecado adorado, lengua osada, marejada azul hazte esta noche rocío, influjo que usas en políticas inacabadas, cada aurora deseo oler a lo que huelen tus mañanas. En los nombres que te escribo en tu espalda, sin que veas mi mano ni sientas el roce inexacto... en las calles con aviones que llevan a tu lugar en el mundo, donde el sol siempre sale antes que en todo un continente, donde vive y alumbra. En el rostro con puñales de ojos que clavan y escuecen en miradas que robo cual ladrón de cuento. En besos que hipoteco a un futuro a medio plazo para cobrármelos todos a un interés mayor. El poeta que fui yace muerto debajo de la alfombra. El escritor que deseé jamás llegó a quedarse y las musas hace tiempo que juegan a tomarme el pelo. Por anclar mares detuve el mundo... por no saber beber con pajita las nubes del cielo. Los ángeles que cayeron no eran todos malos, ni los violines suenan siempre tristes. En esta orquesta que dirijo de sordos y mudos se canta con los ojos y alguno sabe dar palmas. En la sombra del tiempo el tiempo es lo de menos... los segundos duran años y el recuerdo quema. La mirada hacia atrás ancla, la mirada hacia delante ancla y el presente no se mira, se vive. Si pudiera romper mañanas, si pudiera romper distancias que nos atan y envilecen, que nos hieren... y en cáscaras de nuez surcar los mares ajenos de este mundo. Cual pirata en búsqueda de mi tesoro, cual foragido alcoholizado a ron del Caribe, conquistando morenas de contrabando. Y tu cárcel me vale cual condena... y tu boca es suficiente reja para no poder salir de ti... y con mis manos moldear estrellas que no surquen los cielos ni iluminen, sólo calienten mis susurros de medianoche, mis deseos de acariciar las serpientes de tu pelo y blandir mi alma y regalar mi cetro, postrado a los pies que se me tienden y a la mano inmaculada de tu porte. En la sombra del tiempo, en lo oscuro, en los gris marengo, todo imposible es posible... todo menos detener al tiempo...

 

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