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domingo, enero 23, 2011

22 de Enero de 2010... Diario del Capitán del Galeón "Presente"



Fondeado en las aguas poco profundas, en las que anclé por última vez, la vida pasa tranquila. Escasean las provisiones y algunos hombres empiezan a amotinarse, pactando sublevaciones que bien podrían terminar dando con mis posaderas en la fina arena que se adivina en aquellas islas cercanas. Cuando decidí abandonar la Armada Real y hacer vida de pirata no podía adivinar que mis pasos me llevarían a estas costas llenas de mosquitos, cocos y rocas amenazantes. Supongo que uno se cansa de ser eternamente bueno y decide, equivocado o no, asumir su propia aventura. Tengo la certeza de que el tesoro sigue escondido en algún lugar, sólo me queda encontrarlo. El que antes fracasara en mi intento sólo ha llevado a enrarecer el ambiente de mi tripulación, pero aún cuento con el apoyo de un par de grumetes y de algunos viejos locos más vetustos y rancios que la lapas del casco. Que Lady Mary no quisiera acompañarme en la huida sólo trastocó mis planes levemente. No la culpo, era demasiado perfecta para surcar amargos mares, besar cortados labios y amar piratas buenos. Hubiera terminado siendo más un estorbo que una ayuda; o quizá esto no sea más que un deseo que escribo ahora que estará preparándose un té y oteando, desde su ventana, lo lejano del mar. Es posible que entre sus cavilaciones asome el pelo rubio que una vez gasté... o quizá sean nuevamente deseos vanos de quien ha sido castigado duramente por el efecto de los rayos solares. Mi dolor de cabeza es más por esa bebida inmunda destilada de la caña de azúcar que algunos llaman sonoramente "Brum" o "Brom" o "Ron" según el puerto en el que buenamente nos acojan que por las insolaciones, pero no quedaría cortés aseverar en el libro del capitán mi condición de bebedor. Dentro de tres noches será pleamar y podremos zarpar de nuevo. Dentro de tres noches, si no nos han comido los cangrejos, las chinches y alguna que otra rata de las que ya hemos dado nosotros buena cuenta, pondremos rumbo a la Isla Esperanza, donde todo es posible y los pasados no le importan a nadie, y se olvidan los días que no han venido, y los deseos y se deshilan los uniformes y se venden sombreros a buen precio, y retratos de novias y muñecos de vodoo y arrecifes de coral y fosas abisales donde suicidar recuerdos; y entonces, Lady Mary, no será más que una postal de dama asomada a la ventana oteando lo que pudo ser y no fue, esperando que su tesoro vaya a ella en lugar de salir a buscarlo, pero ya será tarde, porque en Isla Esperanza, nada es lo que parece y lo que parece ya no es... y los tesoros están, en cada isla, en cada recodo... Bendita pleamar que a todos nos llega... bendita.

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