Archivo del blog

domingo, marzo 16, 2008

A las deudas del pasado más pasado...

En aquel rincón del mundo se señalaba las siete menos diez. El olor a tabaco de liar de los mundos de Momo, lleno de hombres grises que fuman de todo menos recuerdos. Las voces roncas de canciones sutilmente lanzadas al aire… y una fecha tendida al sol de la memoria. Últimamente acostumbro a pasar por aquellos lugares donde nunca jamás quise quererte, y sin embargo lo hice… por las mismas plazas insolentes que nos vieron entrar acompañados de ilusiones pasajeras que se fueron dejando por los caminos. Tu voz altisonante juguetea en ocasiones por mi cuarto. Tu cintura estrecha de sueños… tus manos pequeñas… tus besos que corrían solitarios a encontrarme… salvo en determinadas fechas insolentes… Aquellas batallas con heridas de muerte, aquellos cara a cara en sollozos, en abrazos de metro, en el miedo de decir de tu boca pequeña y engreída tantas veces besada por insuficiente. Tus iras, mis manías, tus todos, mis nadas, tus tú y mis yo… y al final de todo, como siempre, el humo de tabaco que amarilleaba tus dedos, tus dientes y ennegrecía tu pulmón y mi ánimo. Recuerdo la soledad… tú querías apoyo, yo sinceridad, y entre dimes y diretes el suplicio de cargar con un Atlas de incógnitas. Siempre lo he dicho… como Neruda… ya no te quiero, pero te quise tanto… te abracé en lunas dormidas y acurruqué al vacio que me hacías cuando en poses de señora ni siquiera me llamabas. El mundo, en ocasiones, es un gran hijo de puta. El tintineo de una fecha escrutadora de la buena praxis del lado izquierdo de mi cerebro… y ya no estás… y creo que nunca jamás estuviste ni quise que estuvieras… ¿te he dicho que te odié? Te odié tantas veces como veces quise odiarte… por la mañana, nada más levantarme, con las sábanas aún revueltas de dormir al raso… te odié en amaneceres que nunca jamás vi contigo ni tuve la intención de hacerlo… te odié en noches, donde el frío recordaba tu figura con mi mano buscando en tu falda el oro de mil arcoíris… odié el Retiro, tu casa, tu barrio y hasta a tu perro… odié a tus amigos, por ser tuyos, y más aún a tus amigas que siempre fueron en parte mías. Odie… pero ya nunca te odio… ni siquiera te recuerdo, ni se quien eres, ni qué viniste a buscar en aquel entonces… hubo otros sonidos de la selva que me alejaron de tu finca urbanizada para siempre… tus dioses nunca fueron míos… tus dones apenas robados… y el alma del niño aquel que fui, jamás regresó para contar lo que vio. Todo esto, sólo por un simple cumpleaños… el tuyo, que ni siquiera aquel año fue en parte mío… y es que te juré no olvidarme de esta fecha y yo siempre cumplo… aunque haya pasado un decenio de soles y lunas… de otoños, primaveras, veranos e inviernos… repetidamente sonados y constantes… conocí a otras morenas que tiñeron tu melena rubia con la suavidad de un campo de lavandas… conocí a pelirrojas que quisieron robarme y yo no quise… a pequeñas pasajeras del viaje de la vida que me hicieron cosquillas en lugares poco físicos y que nunca fueron mías… pero jamás olvido una promesa… aunque ni por todo el oro del mundo cambiaría mi Utopía por tu isla si hoy volvieras a tratar de impresionarme… ni mi alma por mil camellos del desierto… de tu desierto… ni siquiera sabes que hoy te escribo, aunque en ocasiones hablemos… tú de rock&roll, yo de jazz, tú de moda, colirios, cremas y ungüentos… yo de la vida, del cielo, del lápiz carcomido con el que te escribí te quiero en cuadernillos de colegio verdes, de seguir haciendo el tonto y no tapar del frío aquello que me importa… y helarme de miedo cada vez que toca desenfundar la trompeta del deseo… y no me importa morir en mil batallas… ya oreé tus tierras, hace años, y compuse sinfonías sólo para ti, y moriste presa de tu propio pánico de tenerme para siempre… mala suerte… y es el momento, quizá, de volver a regar tierras en palabras… ahora que hace tiempo que no estás, aunque estuviste… ahora que olvidé tu nombre, tu forma, tu voz, no por ganas sino por descuido, por falta de iportancia… ahora que ya no me importa lo que haces o dejas de hacer, ni me quedo a esperarte al final de clase para ir a buscar desandares mutuos… ahora que hace más de diez años que no estás, y que aún, por cumplir mis promesas, te escribo…

PD: felices 26…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso.

Sombras dijo...

Muchas gracias Lidia. Me alegro de que te haya gustado. Vuelve por aquí cuando quieras... estás en tu casa.