Archivo del blog

miércoles, diciembre 20, 2006

Si vas a irte... vete.

En tiempos más lejanos ya nos vimos. Tú, fría y alta como torre de Babel que no quería hablar mi idioma. Yo, pequeño y turbio en mi lenguaje. Así era imposible el que nos comunicáramos bien. Cuando hablaba pensabas que decía lo que tú pensabas, y ponías lenguajes en mi boca que yo no era capaz de pronunciar. Ahora el tiempo se nos acaba. Se nos pudre entre los dedos y ni tú ni yo nos damos cuenta. He dejado mi armadura, mis escudos, mis grebas y mis guantes a un lado en esta guerra. He dejado mi espada mellada, mi caballo y me he mostrado con la pluma y la rosa, mala rosa, de lo que soy, de lo que estoy hecho... y nada ha bastado. Tus molinos son altos, y fuertes, y fieros... y dejan mi costado malherido muchas noches, aunque no lo sepas, aunque no lo notes. Y cada palabra dormida no despierta y se pierde cuando hubiera quedado tan bien decirla en ese momento... pero no me atrevo. Y ya se acerca el fin de todo, lo presiento. Si nos ponemos bíblicos las trompetas ya están preparadas para derribar murallas; si nos ponemos ciegos las murallas se derribaron hace tiempo; si nos ponemos bordes... no quiero ponerme borde hablando de esto... Apenas tres días y el fuego prenderá la mecha de los fuegos artificiales que nunca saben dónde explotan. Lo peor es que me doy cuenta de que llevo demasiado tiempo cantando a tu ventana... y nunca asomas. Con lluvia, con nieve, con calor intenso, con viento o sin él, con miedo de que realmente nunca vayas a asomarte... con mucho miedo. En ocasiones se tiene la absurda sensación de sentirse absurdo. Es en esos momentos cuando me planteo realmente si el absurdo soy yo o el mundo. Mi ego siempre me dice que sin duda es el mundo el absurdo, no obsante el mundo tiene su propia visión del tema y me hace sentirme aún más absurdo que si no me lo hubiera planteado. Me viene a la memoria unos versos alejandranos que no alejandrinos... aquellos que con apellido Sanz cantaban el “Si vas a irte... vete, pero no te despidas; sal de noche, sal a oscuras, sal descalza y de puntillas, niña vete, vete y cierra la puerta, que no quiero verte salir de mi vida”. Y te irás... Hablarán de ti las noticias del Orient Express y un señor con un reloj de bolsillo en la mano se preguntará en qué momento se paró el tiempo para él quedarse allí atrapado. Demasiados días encerrado al filo de un balcón sin hiedra. Puede que no entiendas nada de todo este mensaje, pero ya te he dicho, tú fría y alta como torre de Babel, yo, pequeño y turbio en mi lenguaje... y yo sentado en mi silla viendo pasar el tiempo, los últimos minutos y sin saber despedirme... y encima me lo prohibes con un “prohibido irte así”... Son muchos días, muchos meses luchando por tu imposible... afanándome en descifrar tus crucigramas, tus cicatrices, tus miradas tímidas... y de mi estudio de campo me queda saber que me falta aire para bucear tu mar, y que el que tienes me lo niegas... A veces, esa otra cara de la Luna creo que puede dudar... es lo único a lo que me he agarrado este tiempo para seguir con vida... Quiero creer que algún día se bajará de la diligencia en la que va montada en un lugar del desierto con la excusa barata de beber agua de un oasis que quizá no exista... pero que tampoco podemos decir que no se encuentre allí... pero nada... y mis rodillas me dicen basta por propia supervivencia... Y con el filo de los dedos, sólo con el filo... me voy agarrando a los días con miedo, con mucho miedo de una vuelta, de un regreso y de que todo, incluido yo, haya cambiado para entonces. Entonces te buscaré en un vacío con forma de noche que dejó de serlo al no estar tú. Y esperaré varios días la vuelta de las luces y con el tiempo, me autoconvenceré de que ya nada es lo mismo, y de que la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma... Y en un saludo breve de copo de nieve, me dirás alegre que has conocido a alguien y que entrabas sólo para eso, para escribir unas líneas diciéndole algo... Frío... mucho frío que no quiero... por eso, sólo por eso... ni armaduras, ni rosas, ni espadas ni plumas... Y el tiempo me dice que no es tiempo con determinadas ausencias... la mía o la tuya... y tú sigues con tu torre de Babel, y yo con mis cuentos... Y ya sabes... “Si vas a irte... vete, pero no te despidas... que no quiero verte salir de mi vida”

"Te quiero tanto que sería tan imbécil de dejarte marchar"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanto, me facino esta hermoso lo que escribiste, la verdad es que no si por que este pasando por lo mismo pero esta maravilloso, lo que hace el amor, que uno sea mejor que un gran poeta, sin duda es asi.